La Cenicienta

Música: Sergei Prokofiev Coreografía: Boris Miaghov

ACTO I
En el Reino se anuncia el baile donde el Príncipe debe escoger a su futura esposa.

Una habitación lujosamente arreglada. Cenicienta barre el piso, las hermanastras abren el cofre donde está guardada la ropa de la antigua dueña de casa, madre de Cenicienta. Entre sus cosas se encuentra un hermoso chal. Las hermanastras se pelean, quitándoselo una a otra.

Aparece la madrastra, y al ver el chal, se lo pone y se contempla en el espejo, mientras tanto, las hermanastras continúan peleando, cogen los extremos de la prenda y por poco estrangulan a su propia madre.

La madrastra se enoja hasta perder la palabra. Cenicienta libera a la madrastra del chal, y al sentir el calor de la prenda que pertenecía a su madre, empieza a bailar.

Al verla, las hermanastras se empapan aun más con el odio hacia Cenicienta, y uniéndose con la madrastra, la rodean agresivamente. Ella les entrega el chal, y arrancándole la prenda, las tres se retiran de la habitación, entregándole antes, una escoba en forma despectiva.
Al quedarse sola, Cenicienta con tristeza recuerda su pasado, su niñez feliz, con su padre y su madre. Otra vez regresan la madrastra y las hermanastras, ocupadas con los preparativos para el baile, sin dejar ni un minuto de mortificar a Cenicienta. De repente aparece una anciana mendiga. La madrastra y hermanastras la expulsan violentamente. Cenicienta en cambio le entrega su trozo de pan.
En los últimos preparativos, aparece el Maestro de baile, él ensaya con las hermanastras la una Gavota, ellas tratan de seguir sus pasos sin éxito.
Cenicienta los observa sin siquiera soñar con el baile. La madrastra y hermanastras se van al palacio, y Cenicienta se queda sola. Está dando vueltas soñando, tratando de repetir los movimientos de danza que estuvo viendo. De nuevo aparece la anciana mendiga, que resulta ser su Hada Madrina. Bajo su mando se presentan los Hadas de las Estaciones del año. Ellas regalan un hermoso vestido a Cenicienta. Todo está listo para el baile. Pero el hada le advierte que la magia va a durar solo hasta la medianoche. Si Cenicienta no se retira a tiempo del palacio, inmediatamente será convertida otra vez en una harapienta.

ACTO II
La sala del palacio. El baile está en su auge. Todos están bailando una mazurca. Aparece el Príncipe. Las hermanastras con su mamá en vano intentan atraer su atención.
De repente en la sala aparece una hermosa desconocida. Todos están impactados por su belleza. La madrastra y hermanastras no reconocen a Cenicienta. El Príncipe está maravillado con la doncella. Cuando se quedan solos él le declara  su amor.  Cenicienta, también
emocionada con el joven, olvida la hora.

El reloj empieza tocar las 12 campanadas de medianoche. Horrorizada, Cenicienta escapa del palacio perdiendo un zapatito. El Príncipe la persigue, pero solamente encuentra su zapatito
El Príncipe con sus amigos se van por el mundo buscando a la desconocida que lo dejó prendado, pero no consiguen encontrarla.
Al amanecer. Cenicienta se despierta en su casa, recordando la noche pasada. Si no fuera por el zapatito que ella guardó, pareciera que el baile fue solo un sueño.
Aparecen las hermanas. Ellas cuentan a Cenicienta sus éxitos en el baile. De repente irrumpe en la habitación el Príncipe con sus amigos. Inútilmente la madrastra y hermanastras intentan meter sus pies en el minúsculo zapatito.  Cenicienta trata de ayudarlas y de pronto se le cae al piso el que ella tenía guardado.
El Príncipe, asombrado, mira detenidamente a la doncella y reconoce en ella a la que buscaba con tanta persistencia. La bondad, sinceridad y amor verdadero vencen todos los obstáculos. Se presenta el Hada Madrina, uniendo a los enamorados.